top of page

Macizo del Mont Blanc.

Francia e Italia.

Quizás no sea mucho lo que ­se puede decir de esta imagen, pero si es cierto que cuando contemplas un paisaje de estas características te captura, te atrapa. Una imagen que evoca silencio, calma y sin embargo, un lugar de una inmensa belleza natural. Cuna de interminables cuentos y leyendas de dioses que atraían a los hombres ávidos de poder y prestigio hasta su cima y que más tarde, en algunos casos les llevaban a morir víctimas de la congelación.

 

Es la cumbre más alta del continente europeo, frontera natural entre Francia e Italia, todo un espectáculo para la vista. La primera vez que alguien consiguió llegar a su cima fue en 1786,  hecho que no dejó de repetirse año tras año por multitud de científicos y aventureros afanosos de emocionantes experiencias.

 

El Mont-Blanc está rodeado por numerosos valles y glaciares que se extienden a lo largo de todo el macizo del mismo nombre. Los dos países que comparten esta montaña de granito pelean por su cima como si el hecho de trazar una línea en el mapa concediera poder para controlar lo que en ella sucede.

 

En este caso más que en ningún otro, se podría decir que una imagen vale más que mil palabras.

bottom of page